Al menos en la apariencia, es saludable que un Municipio, con recursos propios suficientes, cubra pagos importantes sin tener que recurrir al apoyo estatal o federal. De alguna manera eso habla de que hay un manejo eficiente del dinero público, y –por qué no decirlo– también honesto. Aguinaldos y otros compromisos que había con el sindicato de empleados municipales se atendieron y se “calmaron las aguas”.
“Una de cal por las que van de arena”.
Sin embargo, y es también importante decirlo, hay rubros que difícilmente se van a cubrir con recursos propios. Para eso, tendría que darse un muy buen entendimiento entre gobierno y gobernados, de tal forma que la gente de todos los estratos de la sociedad cubriera rigurosamente hasta el último centavo de sus deudas a la administración, algo que no sólo se antoja difícil, sino más allá. Y aun así sería complicado.
Para que un presidente municipal pueda presumir interés en atender los asuntos ciudadanos, debe contar con un requisito indispensable en todo servidor público: la gestoría. Un alcalde no es un recaudador de fondos para presumir bonanza. De hecho esta no debiera manifestarse. La gestoría es lo que define un buen o mediocre trabajo, porque al final de cuentas, los recursos públicos a nivel federación y estado existen precisamente para aplicarse en proyectos que sean debidamente justificados por el alcalde gestor.
No hay en México un municipio tan poderoso como para sostenerse con sus propios recursos económicos. Todos dependen también en gran parte de lo que pueden “sacarle” al Estado o al Gobierno Federal, pero si lejos de buscar esos dineros se pretende presumir suficiencia económica, se incurre en un grave error.
Para ejemplos hay de sobra: no se ha gestionado hasta ahora la solución a los problemas de los derrames de aguas, tanto potable como las del sistema del drenaje. La situación es grave, muy crítica para los guaymenses, pero pareciera que el gobierno del municipio sólo se lava las manos “echándole la bolita” al Gobierno Estatal.
El sistema de alumbrado público muestra –aunque se insista en lo contrario– una enorme deficiencia, de tal forma que se integra al descomunal problema de inseguridad pública que enfrenta la comunidad. No se ha gestionado al menos por lo que se ve un proyecto para regresar la luz pública a la comunidad, como igual se sigue tolerando la absoluta ineficacia de un comandante de policía de formación militar que no ha sido capaz de crear un programa de prevención del delito. La función de este elemento queda en evidencia en el diario acontecer de tipo policiaco. No hay más que decir.
Resulta lamentable y profundamente decepcionante que una A.C. como “México elige”, en una encuesta aplicada en todo el Estado de Sonora, haya manejado cifras muy negativas en materia de opinión ciudadana sobre el trabajo de Sara Valle Dessens como alcaldesa. Un 68.5 de los guaymenses encuestados dieron voto en contra sobre su trabajo, superando ampliamente a los números registrados en Cajeme y en Hermosillo.
Sin embargo, a año y medio de su administración, la alcaldesa todavía puede revertir estos resultados si finalmente se decide a recomponer las cosas. Con todo y los problemas que haya dejado la desastrosa administración de Lorenzo De Cima Dworak, todavía hay cosas que pueden ayudarla a mejorar su imagen como alcaldesa.
Si no… las cosas podrían empeorar.