19 September, 2024
Antes como antes…. Ahora como ahora…
Columnas

Antes como antes…. Ahora como ahora…

Ago 6, 2024

Después de los procesos electorales durante el régimen anterior en nuestro país, la regla era “el rey ha muerto… ¡viva el rey!, de tal forma que quien resultaba “elegido” por las presuntas mayorías, se convertía en el amo y señor de la política en todo el territorio, mientras que el virtual saliente pasaba a ser el “plato de segunda mesa”. El reinado llegaba a su fin.

Hasta en eso han cambiado las reglas políticas en nuestro país.

Cuando en 2018, Andrés Manuel López Obrador provocaba el estupor general, incluso de quienes, a pesar de haberlo apoyado, no veían –otra vez– la posibilidad de que se le reconociera el triunfo, la regla de marras se desbarató. Aterrados, los candidatos de la derecha y compañía veían emerger, con millones y millones de votos a favor, a quien pulverizaba las normas no escritas de la política mexicana. El PRI y el PAN, acompañados de un sinvergüenza PRD, sufrían un revés inesperado y demoledor.

Aun así hubo quienes creyeron que el nuevo mandatario mantendría las “reglas institucionales”. Muchos se quedaron esperando la invitación para el tradicional “besamanos”. Otros más creyeron que se sometería también a la voluntad de quienes, con dinero, manejaron siempre la voluntad de los mexicanos a capricho.

Destruido el anacrónico sistema que imperó por décadas en el país y que empezó a obligar a los poderosos a pagar impuestos, el odio feroz llegó por añadidura. Intolerantes al cambio, trabajaron durante seis largos años para despedazar la figura de quien venía a ponerlos en su lugar. La lucha fue infructuosa. López Obrador los volvió a vencer. Su afinidad con las clases populares fue superior a los perversos deseos de quienes quieren verlo derrotado antes de que se vaya. Difícil a estas alturas.

Hoy López Obrador sigue siendo el blanco de los ataques rabiosos y descontrolados de la oposición, que históricamente no le perdonará haber sido quien vino a echarlos del gobierno. El odio es tan obsesivo y enfermizo que, en la víspera de la despedida de AMLO lo siguen criticando, tratando de exhibirlo como lo peor que le ha pasado a México, negándose a aceptar que los volvió a derrotar en el reciente proceso electoral.

Tanto los ha desorientado la aplastante derrota, que no son capaces de empezar a reestructurarse a sí mismos. En sus obnubiladas mentes ni siquiera aparece la obligatoria necesidad de remover a sus presidentes (Alejandro Moreno y Marko Cortéz), negados como están a reconocer que perdieron, que fueron derrotados, y que fueron precisamente sus estrategias tan equivocadas como inútiles las que provocaron la segunda paliza electoral consecutiva.

Y cheque también este detalle: es tan exacerbado el odio hacia el hombre que les echó a perder su corrupto sistema que, al menos por la apariencia, ni siquiera voltean a ver a la virtual presidente electa (el día 15 de este mes le entregan su acta correspondiente), Claudia Sheimbaun Pardo, alguien que no solamente buscará la consolidación de la 4T, sino que seguramente será de línea dura contra quienes insistan en seguir haciendo de la política su mejor hábito delictivo.

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