Oposición sin rumbo
A unos días, prácticamente a unas horas de que Andrés Manuel López Obrador concluya con su mandato como el primer presidente de izquierda en México en la era moderna, la oposición está haciendo un papel todavía más triste que el ofrecido en las dos derrotas consecutivas en las elecciones constitucionales inmediatas anteriores.
Ya en una innegable actitud de obsesión política –lo cual criticaron siempre a quienes despectivamente llaman “chairos”– no se han dado cuenta de que el ataque a la figura del mandatario ya es bestialmente infructuoso. La imagen de AMLO está más fortalecida hoy que cuando empezó su trabajo como tal.
Esto ya es inútil. Ya no tiene sentido, pero lo siguen haciendo, y da la impresión de que con más angustiosa desesperación que durante los seis años que llevan fuera del Gobierno de la República. Y esto, amigo lector, es una pena. Evidencia claramente que el nivel de la política en México ya está en el subsuelo.
Insisto: nunca aprendieron a ser oposición y hoy están peor que nunca. No entienden que no entienden. Perdieron el sentido de la razón, y hoy están retomando la actitud revanchista que hace seis años los hizo equivocar el camino a grado tal que volvieron a perder. Y en peores circunstancias que en 2018.
Y esto es lo que se espera para los siguientes seis años. Una actitud vengativa muy alejada de lo que debiera ser una oposición crítica, por supuesto, pero también propositiva, capaz de encontrar en sus planteamientos y propuestas una alternativa para quienes votaron en cantidades superiores a los 30 millones para volver a elegir un gobierno de izquierda para nuestro país, buscando convencerlos de que todo ha cambiado y que volverán a ser niños buenos… si es que alguna vez lo fueron.
Qué lástima que el tiempo se les vuelva a ir así. Un gobierno tiene sus fallas, pero también tiene aciertos. La situación depende de cómo se estructure y se enderece la crítica que, hasta ahorita, sólo ha sido una sórdida obstinación y rabia incontenible por lo que ellos mismos provocaron con sus gobiernos egoístas a partir de que muchos, la inmensa mayoría, lo vieron siempre –y lo siguen viendo– como negocio particular.
Ante eso, sólo se puede esperar que, si Claudia Sheimbaun llega con una actitud seria y responsable como Presidenta de México, pues simplemente terminen auto destruyéndose y desapareciendo del mapa político.
Señores, esto ya se acabó. Hay que empezar de nuevo… pero hay que hacerlo con una perspectiva distinta, si es que quieran que se les voltee a ver de nuevo.
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