“Nadie se quiere morir… hasta que se está muriendo”: Sámara Martínez
- Activista por la eutanasia: “No me quiero morir pero aprendí a aceptar mi realidad”
Samara Martínez tiene 30 años, de los cuales 13 los ha vivido librando una batalla contra múltiples padecimientos que la han llevado a que su vida penda de una máquina, y desde que comenzó la lucha para que la Ley Trasciende, que contempla legalizar, regular y despenalizar la eutanasia, trabaja para que se convierta en una realidad para quienes buscan trascender dignamente en México.
Oriunda de Chihuahua, a los 17 años le detectaron dislipidemia mixta e hipertensión; a los 22, glomeruloesclerosis focal y segmentaria, enfermedad que causa insuficiencia renal crónica; en los meses posteriores le diagnosticaron lupus eritematoso sistémico.
A su edad, ha pasado por dos trasplantes de riñón, fue sujeta a dos años de hemodiálisis y ahora no tiene oportunidad de someterse a otro trasplante por su condición médica, lo que la ha llevado a vivir conectada a una máquina de diálisis 10 horas al día desde hace tres años. Aunque relata que en principio no dimensionaba cuánto podrían agravarse sus padecimientos, “porque era una adolescente preocupada por otras cosas, estudiar y demás”, desde 2022 su panorama cambió, porque perdió su autonomía y su vida empezó a depender de una máquina.
A tres años de aquello, Samara confiesa que no se quiere morir, sin embargo, dice, ha aprendido a aceptar la realidad; “¿cuál es mi realidad? Que una máquina me mantiene viva y que va a dejar de ser funcional en unos años (…) No es que yo me quiera morir, simplemente soy consciente de que no hay más que hacer, porque médicamente no han inventado otra cosa que pueda salvarme la vida”.
Ella, que se ha llevado la vida en visitas a hospitales y ha sido testigo de la muerte de sus compañeros por padecimientos similares e incluso más graves, cree que es digno luchar por morir decorosamente y, por otro lado, “aceptar que a la muerte nadie le gana. ¿Para qué me voy a resistir a algo que al final de cuentas es inevitable?
“Yo no quiero ver cómo la enfermedad se lleva toda mi esencia y es muy humano decir ‘no quiero que una enfermedad me vaya llevando poco a poco cuando el final va a ser lo mismo’. Prefiero planear el terreno y hacerlo lo más digno posible no sólo para mí, sino también para mi familia”, indica.
Fue precisamente en 2022 que su dolor la llevó a buscarle un sentido y un propósito a su vida: el activismo, con el que ha enfocado su energía y ánimos y es lo que le permitió crear ese año el primer Programa de Apoyo Emocional para Pacientes y Familiares con Enfermedades Crónicas Degenerativas en Chihuahua.
Para Samara, ha sido un “despertar” la materialización de su iniciativa, para la que debió recabar 128 mil firmas ciudadanas, “porque la respuesta del público, de la sociedad ha sido muy sorprendente. Siempre pensé y estuve segura que iba a llegar al Senado, lo que no me imaginé es que iba a ser tan rápido”.
Otro alcance, considera, ha sido lograr que la gente hable de la muerte sin tabús y sin miedo, “que lo hable desde el amor y desde que el amar también es dejar ir, eso ha sido muy hermoso. La lucha no sólo es por mí, es por todas las personas que incluso gozan de buena salud, porque nadie está exento de perder ese gran privilegio y como dicen, nadie se quiere morir hasta que se está muriendo”, sostiene.
Ante la realidad que enfrenta, Samara se ha sincerado con su familia y les ha hecho saber que “yo no quiero que el resto de mis días sean conectados a una máquina” y aunque para ellos no ha sido fácil aceptarlo, han recibido la noticia con absoluto apoyo y amor para con la causa.
“Es un sentimiento agridulce, porque se sienten orgullosos de mí por todo lo que he conseguido, pero hemos vivido mucho dolor como familia (…) Ellos también se han concientizado al conocer otros testimonios de vida, incluso más fuertes que el mío, y el que aprecien esta lucha y este sacrificio que se está haciendo es increíble”, afirma.
Con la llegada de la Ley Trasciende al Senado de la República y la Cámara de Diputados en días pasados, se siente contenta, pero no satisfecha, “porque representa un escalón más en la escalera completa y hay muchos escalones todavía por recorrer”, por lo que confía en que haya voluntad política para debatir la aprobación de su propuesta.
A sus 30 años, Samara no vacila en cuál ha sido el mayor obstáculo al que ha tenido que enfrentarse durante su vida: su cuerpo, “porque yo no sé si mañana voy a despertar bien o necesite ir al hospital. Entonces procuro cuidarme mental y sicológicamente para que me aguante, para estar estable, fortalecida”.
Pese a la batalla incesante contra la enfermedad, la lucha no se detiene, “porque hay demasiado trabajo por hacer en cuestión de concientización, en educar al respecto. Yo no busco convencer a nadie, pero hay muchos espacios que faltan por alcanzar. Nunca sobra el trabajo. Entonces voy a seguir como alacrancito pegada con los legisladores para que no suelten el tema y hasta que yo no vea que esto se ha concluido va a acabar para mí el trabajo”, expresa.
Además, reflexiona que, en aras de abonar al debate sobre la Ley Trasciende, “debemos escucharnos, estar abiertos al diálogo y no imponer creencias, porque cuando imponemos algo como una verdad absoluta se convierte en un dogma y los dogmas no ayudan a las sociedades”.
Samara aclara que su proyecto no es una ley que fomente la muerte, “es una ley que promueve la dignidad y la autonomía humana hasta el último respiro (…) Que estés de acuerdo no significa que tú lo tengas que hacer, es simplemente apoyar y otorgar otra oportunidad a quienes lo necesitan.
“La legislación, contrario a lo que se piensa, únicamente busca humanizar la muerte, que ningún mexicano o mexicana tenga que morir sufriendo, con dolor, con miedo, pero sobre todo con agonía o con la angustia de ver a su familia destrozarse, mientras el cuerpo se apaga lentamente”, agrega.
A quienes se oponen férreamente a la iniciativa, los invita a que visiten algún día el área de cuidados intensivos o paliativos en un hospital público en México “y después de vivir ahí un día, con todo gusto, si tienen duda, estoy siempre abierta al diálogo”, expresa.
La Ley Trasciende propone reformar el artículo 166 de la Ley General de Salud para legalizar y despenalizar la eutanasia en México, así como también busca que personas mayores de 18 años con enfermedades crónico-degenerativas o terminales puedan acceder, bajo su consentimiento informado, a una muerte digna.
(El Universal)