“Trump podría destruir el atractivo global de Estados Unidos”
El profesor de la Escuela Kennedy de Harvard y ex subsecretario de Defensa reflexiona sobre el “poder blando” y las elecciones. Cree que Estados Unidos no puede ganar solo por la fuerza.
Desde el fin de la Guerra Fría en 1989 y por una larga década, Estados Unidos gozó de un poderío y un prestigio que no conocía rival. Eran años de triunfalismo. Se hablaba de Clintonomics, del fin de la historia y del primer siglo americano. Los atentados terroristas del 11 de septiembre pusieron un fin abrupto a este sueño y en la década siguiente, la reputación de Estados Unidos se fue al suelo arrastrada por guerras interminables en Iraq y Afganistán.
Desde la Escuela Kennedy de Gobierno en la universidad de Harvard, una especie de observatorio global del poder, Joseph Nye (New Jersey, 87 años) veía con preocupación que el presidente George W. Bush se lanzara contra Irak casi en solitario, sin contar con el amplio consenso que había generado en la Guerra del Golfo Pérsico, con ese mismo país en el año 91, cuando Estados Unidos lideró una alianza de 34 naciones que en cuestión de semanas logró que Sadam Hussein retirara su ejército de Kuwait.
Entonces Nye ya sabía que el poder tiene distintas caras y es mucho más que fuerza. Esa complejidad bien entendida puede ayudar mucho a quien la sabe administrar. Así que se puso a escribir el libro Soft Power (2004) para darle sustancia a un concepto que había acuñado en 1990, con el fin de explicar que Estados Unidos no era una nación fuerte solamente por alcance económico y una fuerza militar sin precedentes, sino por esa tercera dimensión del poder que podemos definir como la capacidad de atracción, es decir, la habilidad de lograr aquello que quieres por las buenas. Hoy el soft power (o poder blando) es un concepto tan ampliamente difundido que hasta aparece citado en series de televisión como Tell me lies, por Hulu, donde un profesor logra persuadir a la exnovia del protagonista de que el poder blando puede ser tan efectivo como el poder duro y es mucho más seductor.
Después de una vida a medio camino entre la academia y el gobierno (fue funcionario bajo los presidentes Carter y Clinton), Nye se encuentra retirado. Sin embargo, aún conserva su oficina en la Kennedy desde donde sigue los giros de montaña rusa que ha venido dando la campaña presidencial de su país. No oculta su pesadumbre ante la posibilidad de una segunda presidencia de Trump. Sería “un desastre”, dice sin matices. Desde la perspectiva de Nye, uno de los riesgos más grandes de Trump es que produzca un daño irreversible en el poder blando de Estados Unidos al maltratar y castigar a sus aliados militares y económicos.
Pregunta. Lo primero es refrescar la mente de los lectores sobre qué es el poder blando y cómo funciona. ¿Por qué es tan importante para el éxito de una nación tanto internamente como internacionalmente y cómo ha moldeado la posición de Estados Unidos en el escenario internacional?
Respuesta. El poder blando es la capacidad de influir en otros para conseguir lo que quieres a través de la atracción, en lugar de la coerción o el pago. Y es solo un tipo de poder. Los otros, como el poder duro, sea militar o económico, pueden ser más importantes a corto plazo, pero a largo plazo, la capacidad de atraer a través del poder blando importa. Si piensas en la Guerra Fría, por ejemplo, el Muro de Berlín no cayó bajo un bombardeo de artillería, cayó bajo martillos y excavadoras manejadas por personas cuyas mentes habían sido cambiadas por la atracción hacia las ideas occidentales. Esto sugiere que, a largo plazo, el poder blando puede hacer una gran diferencia. La Unión Soviética perdió gran parte de su poder blando en los años sesenta y setenta. Durante la invasión de Hungría y la invasión de Checoslovaquia, los soviéticos pudieron usar el poder duro para prevalecer de inmediato, pero socavaron su propio poder blando, lo que les perjudicó al final.
P. Su poderío se debilitó a la larga.
R. Se dice que en la Guerra Fría había dos imperios, un imperio soviético y un imperio estadounidense. Pero la diferencia era que el imperio estadounidense era un imperio por invitación, como dice una frase hecha. Esa capacidad de Estados Unidos para atraer aliados y amigos ha sido muy importante para el interés nacional estadounidense, pero también para el orden internacional. Ese es un argumento a favor del poder blando.
P. Como explica en su libro, hace tres décadas Estados Unidos estaba en la cima de su poder blando. Globalmente, ejercía un tremendo atractivo. Hoy, muchos afirman que su influencia ha declinado mucho. ¿Cómo ha evolucionado el poder blando de Estados Unidos desde los años noventa?
R. El poder blando de Estados Unidos sube y baja. En mis memorias recién publicadas, A Life in the American Century, describo cómo ha sido ver los cambios en el poder blando estadounidense. Estados Unidos tenía mucho poder blando en los años cincuenta. Cuando se involucró en Vietnam, lo perdió en gran medida y se volvió muy impopular. La gente marchaba por las calles contra los Estados Unidos en todo el mundo. Luego se recupera en los años setenta y ochenta, y hay un aumento en el poder blando estadounidense que dura hasta el final de la Guerra Fría. Disminuye nuevamente con la invasión de Irak. Vuelve a subir con la elección de Obama, baja con la elección de Trump y se recupera un poco con Biden. Si Trump gana las elecciones del 5 de noviembre, el poder blando estadounidense disminuirá de nuevo. Así que no es algo lineal, es cíclico.
P Pero, ¿cómo afecta este conflicto interno, la división entre las visiones opuestas del papel de Estados Unidos en el mundo, al poder blando? Es decir, desde adentro hacia afuera.
R. Las divisiones internas no son nuevas. Durante la Guerra Fría, tuvimos el macartismo. Y en los años sesenta, las protestas de Vietnam, que fueron bastante severas. Una bomba explotó en mi oficina aquí, en la Universidad de Harvard. Así que hemos tenido conflictos internos antes, y tienen un efecto en el poder blando estadounidense, pero vale la pena notar que lo que atrae a otros no son solo las políticas del gobierno. También es la sociedad civil. Incluso cuando los estadounidenses pueden ser poco atractivos debido a una guerra como Vietnam, la gente marchaba por las calles no cantaban la Internacional Comunista. Cantaban We Shall Overcome de Martin Luther King. Una canción de la sociedad civil estadounidense indicaba que todavía había aspectos de los Estados Unidos que atraían a otros, incluso cuando las políticas del gobierno repelían a muchos. Y creo que el período actual de extrema polarización pondrá eso a prueba. ¿Seguirá siendo lo suficientemente fuerte la sociedad civil estadounidense como para atraer a otros, incluso si Trump regresa y se debilita la democracia estadounidense?
P. Esa es una gran pregunta.
R. Nadie sabe la respuesta.
P. Nadie sabe la respuesta. Cierto. Pero como inmigrante, alguien que ha recibido grandes oportunidades en esta sociedad, me siento apenado por lo que veo. Este discurso extremo da miedo.
R. Estoy de acuerdo contigo. Si Trump gana las elecciones, eso llevará a cuatro años muy malos. Si pensamos en términos de décadas, creo que la gran pregunta es: ¿será un segundo Gobierno de Trump un punto de inflexión? Si dentro de diez años, en 2034, decimos: “¿Fue ese el principio del fin?” O diremos: “Pasamos por un período muy malo, pero las cosas están mejorando nuevamente”. Nadie sabe la respuesta a esa pregunta. Pero si hubieras hecho esa pregunta en 1968 o 1970, no habrías predicho cómo se vería el mundo o el país en 1978 o 1980.
P. Incluso después del 11 de septiembre, que fue un claro punto de inflexión, Estados Unidos logró recuperar parte de su poder blando. Sin embargo, en este momento se trata de una dinámica interna. Entonces mi pregunta es, ¿cómo emergen visiones políticas tan contrastantes como las que están presentes ahora y qué puede pasar si gana Trump o si gana Harris?
R. Es parte del precio de la democracia que tengas personas que puedan expresar ideas extremas y atraer seguidores. Como mencioné, el período a principios de los años cincuenta, cuando había un gran miedo al comunismo y la Guerra Fría llevó al macartismo, que fue un miedo que fue expuesto y explotado por un demagogo, el senador Joseph McCarthy. Finalmente, el macartismo fue demasiado lejos y McCarthy cayó por sus propios fracasos. Si eso será cierto para Trump o no, no lo sabemos. Pero los ciclos de divisiones internas no son nuevos. Por ejemplo, como describo en mis memorias, cuando era niño, vivía en una zona rural que era muy republicana, y algunos de mis pequeños amigos, cuando se enteraron de que Franklin D. Roosevelt había muerto, dijeron: “El tirano ha muerto”. La polarización extrema es peor ahora, y hay preguntas interesantes sobre por qué se ha vuelto tan grave, pero ayuda mantener una perspectiva histórica.
P. ¿Cuál sería la diferencia entre una administración de Trump y una de Harris en términos de polarización y visiones opuestas sobre el papel de EE. UU.?
R. Trump impulsaría aún más la polarización porque su estilo de liderazgo es extremadamente polarizante. Kamala Harris, si llegara a ser presidenta, sería polarizadora porque muchos en la derecha no la aceptarían, pero su estilo de liderazgo sería diferente.
P. ¿Cuál sería la diferencia entre una administración de Trump y una administración de Harris en términos del papel de Estados Unidos en el mundo?
R. Trump ha capturado al Partido Republicano. Él atrae a un conjunto muy extremo de seguidores. Cuando los republicanos moderados tratan de oponérsele, Trump moviliza a sus acólitos en las elecciones primarias para apoyar a un republicano MAGA, un extremista, y así derrotar a los republicanos moderados. Y por eso tenemos a alguien como Liz Cheney, quien es muy conservadora, alguien que tuvo un alto rango en la Cámara de Representantes. Cuando se opuso a Trump, él organizó candidatos en su contra y fue derrotada. El hecho de que Trump haya debilitado o socavado a los conservadores tradicionales significa que tendrá menos controles sobre lo que hace [si gana] y que podría llevar a cabo muchas de sus amenazas, como usar agencias gubernamentales como el Departamento de Justicia para castigar a sus enemigos. En su Gobierno, Trump estuvo rodeado de varios republicanos tradicionales que lo frenaban de alguna manera. El temor es que ahora no estará rodeado por esas personas, sino por republicanos más extremos, los aduladores. Así que hay buenas razones para preocuparse.
P. La política migratoria de Trump, como el cierre de fronteras y las deportaciones, ha sido ampliamente criticada por su impacto tanto a nivel interno como internacional. Si Trump es elegido y refuerza estas políticas, deportando a millones de personas, ¿cómo afectaría eso la capacidad de Estados Unidos para ejercer su poder blando?
R. Tendrá un impacto negativo tanto económico como en el poder blando. Si realmente intenta deportar a más de un millón de personas por año, el efecto será muy severo en los mercados laborales y en la economía. Pero también tendrá un fuerte impacto negativo en el poder de atracción de los Estados Unidos. En mis memorias, describo una conversación que tuve con Lee Kuan Yew, el ex primer ministro de Singapur. Le pregunté si creía que China superaría a los Estados Unidos. Me dijo que no. “¿Por qué?”, le pregunté. Su respuesta: “porque mientras China puede contar con el talento de mil trescientas millones de personas en ese país, Estados Unidos puede contar con el talento de siete mil quinientas millones de personas, de todo el mundo. Y luego puede combinar esa diversidad, lo que genera una creatividad que no se puede lograr con un nacionalismo étnico estrecho”. Esa atracción de los Estados Unidos hacia personas de todo el mundo, y la capacidad de asimilarlas y recombinarlas, a pesar de que a veces hay períodos de reacción contra los inmigrantes, sigue siendo una fuente importante de poder blando estadounidense. Si intentamos cerrarnos a la inmigración, creo que perderemos esa fuente de poder blando, además de debilitar la economía.
P. El proteccionismo y guerras comerciales fueron temas recurrentes en el gobierno de Trump, ¿cómo crees que una nueva guerra comercial con China puede afectar al poder blando y la posición global de los Estados Unidos?
R. Entre 2017 a 2021, Trump impuso aranceles no solo a los productos chinos, por los que ya había un conflicto. También impuso aranceles contra Europa y Japón, y amenazó a México. El peligro es que la política arancelaria de Trump provoque represalias, pero más importante aún, es que debilite las alianzas estadounidenses. En la competencia global, las economías de Rusia y China, sumadas, representan aproximadamente el 20% de la economía mundial. Pero si sumas a Estados Unidos, Europa, Japón y Corea del Sur, estás hablando de más del 50% de la economía mundial. Mientras los estadounidenses mantengan sus alianzas, creo que sus perspectivas a largo plazo son muy buenas. Pero si utilizamos las guerras comerciales de manera imprudente y debilitamos nuestras alianzas, socavaremos nuestra propia posición en el mundo.
P. No solo las alianzas comerciales, también las alianzas militares como la OTAN. Eso es un gran problema. ¿Cómo ve la amenaza de Trump de retirarse de la OTAN y cómo podría afectar eso las relaciones con Europa y Rusia?
R. No creo que Trump se retire de la OTAN. Habla de esa manera, pero la OTAN es lo suficientemente popular en el Congreso y entre el público como para que no lo haga. Trump puede decir con razón que sus amenazas han llevado a los aliados de la OTAN a contribuir más a sus presupuestos de defensa, lo que significa que el período en que los aliados de la OTAN dependían de que los estadounidenses pagaran todo ha terminado. Pero si Trump socava a los ucranianos, diciendo que resolverá la guerra en pocos días, lo que solo podría hacerse sacrificando los intereses de Ucrania y obligándolos a aceptar los términos de Putin, sería muy dañino para la alianza.
P. Si tuviera a Trump frente a usted en este momento, ¿qué consejo le daría para aprovechar el poder blando de Estados Unidos y fortalecer su imagen como una nación democrática?
R. Le diría que sea tolerante en casa con las personas que se le oponen. Que muestre que practicamos en casa lo que predicamos sobre la democracia. El comportamiento interno tiene un fuerte efecto en cómo te perciben en el extranjero. Luego le diría, cuando hablas de “Make America Great Again”, suena como si todos los demás fueran secundarios. En lugar de enfocarse en eso, deberías buscar formas de alinear los intereses de Estados Unidos con los de otros países, particularmente nuestros aliados. En lugar de presentar el interés nacional estadounidense como si fuera un juego de suma cero, busca una forma de presentarlo como de suma positiva. Eso le diría, pero no creo que me escuche.
P. ¿Qué medidas podrían ayudar a mejorar la imagen global de Estados Unidos? ¿Y qué factores podrían empeorar su declive?
R. Una cosa y la otra dependen de una mezcla de factores internos y externos. Si Estados Unidos sigue teniendo éxito económicamente, y ahora mismo tiene la economía más vibrante entre el Grupo-7 o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Eso atrae a otros. Y si sigue siendo una democracia abierta a la inmigración, su poder blando persistirá. En el ámbito internacional, ayudar a liderar la respuesta al cambio climático y desarrollar y mantener instituciones. Y es por eso que me preocupa el regreso de Trump.
P. Kamala Harris representa una visión más multilateralista y favorable al poder blando. Si fuera elegida, ¿qué consejo le daría para aprovechar al máximo el poder blando en su liderazgo global?
R. Le diría: asegúrese de que las cosas vayan bien en casa, lo que ha estado ya haciendo como vicepresidenta. En el ámbito internacional, mi consejo sería que liderice en temas como el cambio climático y que mantenga las alianzas estadounidenses. No abandone a Ucrania. Todos estos son temas que ayudarán a aumentar el poder blando de Estados Unidos.
P. ¿Será este el segundo siglo americano?
R. Creo que es imposible. El siglo americano comienza en 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial. Ya estamos a 80 años de eso. Así que no veo un segundo siglo americano. Pero sí creo que Estados Unidos será la potencia preeminente durante bastante tiempo del siglo XXI.
(EL PAÍS)