24 April, 2025
¿Plan México y Liberation Day: coincidencia o coreografía silenciosa?
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¿Plan México y Liberation Day: coincidencia o coreografía silenciosa?

Abr 4, 2025

Por: Isaí Jordán López

En medio de una nueva sacudida geopolítica, dos movimientos aparentemente independientes han comenzado a caminar en la misma dirección: el Plan México de la presidenta Claudia Sheinbaum y el llamado “Liberation Day” proclamado por Donald Trump como parte de su renovada agenda económica.

A simple vista, parecen fenómenos aislados. El primero, una estrategia nacionalista y productivista que busca reindustrializar al país y capitalizar la oportunidad del nearshoring. El segundo, una cruzada comercial que impone nuevos aranceles al mundo en nombre de la soberanía productiva estadounidense.

Pero basta mirar un poco más profundo para notar una inquietante sincronía funcional.

Trump exige que los productos que ingresen a su país no solo sean baratos, sino que tengan origen real en Norteamérica. No le basta con el ensamblaje: quiere manufactura auténtica, cadenas de suministro locales, soberanía industrial. Sheinbaum, por su parte, lanza un plan que prioriza la fabricación en México de insumos, componentes y productos terminados, reduciendo la dependencia de Asia y fortaleciendo la capacidad interna.

Uno pide exactamente lo que el otro se propone construir.

¿Coincidencia? ¿O estamos frente a una sincronización estratégica no declarada?

No se trata de afirmar que existe un pacto oculto entre ambas visiones. Pero el tipo de decisiones que están tomando —y el momento en que lo hacen— permite pensar que hay al menos un entendimiento tácito, una coreografía silenciosa entre gobiernos que reconocen hacia dónde se está moviendo el mundo.

El hecho de que México y Canadá queden exentos de los nuevos aranceles de Trump no es menor. ¿Es una señal de confianza, una carta blanca para que jueguen un rol dentro del nuevo orden? ¿O simplemente un espacio concedido para que la región se reacomode bajo nuevas reglas?

En diplomacia de alto nivel, los silencios también comunican. Y en este caso, el silencio puede ser elocuente.

México se está posicionando —queriéndolo o no— como el productor clave del nuevo modelo de Norteamérica, un territorio que puede absorber la manufactura desplazada de Asia, cumplir con las reglas de origen endurecidas, y abastecer al mercado estadounidense sin conflictos comerciales.

No hace falta firmar un tratado para jugar en el mismo equipo. A veces, los intereses alinean por sí solos.

Lo que está en juego no es solo una política económica o una guerra de aranceles. Es el posible cambio estructural del comercio internacional, de un modelo de libre mercado a una lógica de bloques regionales cerrados y funcionales.

Y en ese nuevo escenario, la sincronía entre los planes de Sheinbaum y Trump deja de parecer una casualidad: se revela como un traje a la medida, hecho para un mundo donde la competitividad ya no se juega en el plano global, sino en el de la autosuficiencia regional y la producción estratégica.

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