
Palestina: el mensaje afroamericano
Por: Lorenzo Meyer
Para el autor tomar partido en el drama palestino es el camino natural para cumplir a cabalidad su papel de observador y comunicador profesional…
EL PERIODISTA COMO OBSERVADOR NO NEUTRAL. The Message (NY; One World, 2024, 252 pp.) es el quinto libro de Ta-Nehisi Coates, autor de best sellers nacido en Baltimore que, a sus 49 años, ha recibido la famosa beca MacArthur para creadores. The Message es un relato político sobre colonización y discriminación, obra de un escritor maduro que domina muy bien su arma de combate: la palabra, y que aborda con conocimiento y empatía los temas que expone, en este caso la situación de los afroamericanos en Estados Unidos como referente para entender la de los palestinos en Israel y sin pretender una neutralidad imposible.
Coates, como afroamericano, tiene la disposición y los argumentos para “imaginar como seres humanos a los esclavizados, a los colonizados, a los conquistados”. Para el autor tomar partido en el drama palestino es el camino natural para cumplir a cabalidad su papel de observador y comunicador profesional que debe intentar clarificar una situación compleja envuelta en el ruido y el humo del choque de prejuicios, ideas, intereses y, desde luego, de armas.
Coates es un escritor y profesor en el Departamento de Inglés en la Universidad Howard, en Washington, institución de la que él fue alumno. Y es a los jóvenes que están donde él estuvo -y a los que llama “camaradas”- a los que inicialmente se dirige.
The Message es, entre otras cosas, una lección sobre la fuerza política que pueden adquirir las palabras cuando combinan inteligencia y conocimiento con una tabla de valores, en este caso, una basada en el principio de la igualdad de los seres humanos. Si a lo anterior se le añade la observación directa de los efectos de la convivencia cotidiana entre vencedores y vencidos en un ambiente de asimetría de poder extrema entonces la obra resulta aún más impactante.
Y es que en Palestina se había desarrollado una cada vez más difícil convivencia entre vencedores y vencidos dentro de un territorio sobre el que ambas partes reclaman derechos históricos fundamentales -incluso una de esas partes sostiene la idea de poseer un derecho divino sobre una “tierra prometida” por Dios. A estas alturas resultan irreconciliables los reclamos y la violencia es ya la última ratio. Finalmente, este libro aborda el choque entre desiguales desde la perspectiva de los vencidos pero sin desconocer los argumentos de los vencedores, pero finalmente el autor no abre espacios para las ambigüedades.
Antes de seguir adelante es necesario aclarar el color del cristal con que se mira el tema. Para empezar está el nombre mismo del autor: Ta-Nehisi, se trata de un nombre de origen africano pero nada común entre los afronorteamericanos lo que indica, entre otras cosas, que él y su familia rastrean su linaje hasta África, hasta Senegal y posteriormente en esa zona al otro lado del Atlántico, Norteamérica, donde a partir de 1619 empezó a tomar forma una economía basada en un proceso violento e inmoral tras el arribo a las costas de Virginia del primer barco negrero inglés.
Desde la perspectiva del periodista, escritor y profesor ese año de 1619 constituye el verdadero arranque de la creación de Estados Unidos: originalmente una mezcla en extremo desigual en obligaciones y derechos de blancos y negros con una pizca de indígenas. Y es que los primeros colonos ingleses que llegaron nueve años antes, en 1607, para fundar un Jamestown, una comunidad sólo para blancos, se encontraron con la desagradable sorpresa de que, a diferencia de los conquistadores españoles en México o Perú, los ingleses no iban a encontrar en el territorio a colonizar mineral de plata ni mano de obra nativa (al respecto véase la magnífica obra del historiador inglés John Elliott, Imperios del mundo Atlántico. España y Gran Bretaña en América, 1492-1830, [2006]).
Tras la sorpresa y desilusión los europeos pronto encontraron otra fórmula para enriquecerse sin plata: crear una economía de plantaciones e “importar” esclavos de África para trabajarlas. Con el correr del tiempo los esclavos sumarían varios millones que fueron la base de un sistema económico que resultó muy exitoso para los propietarios pero que desde el inicio estuvo cargado de contradicciones y conflictos producto de la desigualdad entre blancos y negros.
El segundo punto a subrayar es que la visita de Coates a Israel y a las comunidades palestinas no soberanas en ese país tuvo lugar antes del sorpresivo ataque de la organización palestina Hamas a los jóvenes israelíes reunidos en un festival musical el 7 de octubre de 2023, donde fueron asesinados más de 360 de ellos y 251 tomados como rehenes. Por tanto, el texto en cuestión se elaboró en condiciones de “normalidad”, antes de la brutal represalia del ejército israelí no sólo contra Hamas sino contra todo el pueblo gazatí y que desde el inicio adquirió las características de un genocidio.
The Message puede ser leído hoy como una explicación e incluso como una predicción de la gran tragedia que se escenifica en Gaza desde el 2023… 60 por ciento de sus edificaciones ya han sido destruidas o dañadas- dos millones de palestinos desplazados, más de 60 mil muertos y 100 mil heridos y ahora un primer centenar de muertos por hambre, básicamente niños, (Washington Post 28/07/25, El País, 27-28/07/25, The Economist, 24/07/25).
EL TESTIMONIO. Tras narrar su experiencia en tanto afroamericano en sus viajes al “sur profundo” de su propio país -Carolina del Sur- y a uno de los puertos de embarque de los esclavos desde el siglo XVII en Senegal, Coates llega al cuarto y último capítulo, al referente a su vista a Palestina en calidad de invitado de una organización de escritores. Este es el corazón del relato y donde Coates elabora un análisis comparativo entre las relaciones de esclavitud y posteriores experiencias de discriminación de los afroamericanos, y las condiciones y efectos de la condición de dominados de los palestinos en Israel.
De entrada, Coates aborda los orígenes y proyectos del sionismo para crear a Israel. Y ese origen y proyecto se explican por la historia de los judíos como comunidad perseguida por siglos. Sin embargo, el foco de la explicación del autor está en los efectos del sionismo actual sobre los palestinos. Y aquí Coates asume como propias las condiciones de los palestinos como una Nación sin soberanía y en posesión muy precaria de apenas una parte de su territorio original y, peor aún, sin más futuro que el de abandonar Palestina y sus derechos o permanecer como prisioneros en su propia tierra.
Para Coates Estados Unidos fundó una democracia de los blancos sobre el exterminio o confinamiento de los sobrevivientes, pero, sobre todo, en la explotación sin límites de la mano de obra esclava africana por más de dos siglos y su posterior discriminación y marginación. A fin de cuentas, esa democracia selectiva no fue y no es una democracia auténtica. En Israel su democracia está fundada en la colonización violenta de Palestina bajo la premisa de ser “la tierra prometida por Dios” a su pueblo y en la reducción de los palestinos a sobrevivientes sin derechos ciudadanos, discriminados y supervigilados por los aparatos de control del Estado y viviendo precariamente en una fracción de la tierra que por siglos fue suya, fracción que cada vez se reduce más como resultado de la expansión de los asentamientos judíos.
Para Coates la viabilidad de un Estado que funciona bajo la premisa de la convivencia de dos comunidades “separadas, pero desiguales” es similar al proyecto que dominó entre los blancos sureños -y en una buena parte de norteños- en los Estados Unidos posterior a su guerra civil. Y por sus resultados es claro que no fue una buena idea. Y es aquí donde Coates encuentra la mayor similitud entre el discurso sionista y el que se empleó en los estados sureños norteamericanos en la época conocida como la de Jim Crow, es decir desde el fin de la guerra civil hasta la primera mitad del XX. Ambos casos son ejemplo de sistemas de discriminación sistemática y deshumanización del débil por considerarlo naturalmente inferior, y de carácter irremediablemente salvaje.
En The Message una y otra vez es subrayado el paralelismo entre la colonización del norte de América por los descendientes de quienes llegaron en el Mayflower y la sistemática ocupación de las tierras palestinas. Quizá por ello, tanto al autor como y al lector de The Message no ha debido sorprenderles la tragedia que actualmente tiene lugar en Gaza: era predecible. Y el apoyo norteamericano a Israel también era predecible, pues para un amplio sector del público de ese país lo que ocurre en Palestina es el equivalente a “la conquista” del oeste norteamericano, donde “los aguerridos occidentales derrotaron a los salvajes” (p.179).
En fin, que sabemos como terminó “la conquista del oeste” en Estados Unidos, pero ¿así terminará también la conquista de Palestina? ¿Y la comunidad internacional va a seguir, en los hechos, tan indiferente a la tragedia?
Ojalá no.
(SinEmbargo)