19 September, 2024
Entre el aplauso y… el rencor ambicioso
Columna de Roberto Dyke Rivera

Entre el aplauso y… el rencor ambicioso

Sep 16, 2024

Ni Carlos Salinas pudo, a quien, en su tiempo, se le pudrió el “modelo” corruptor que agraviaba al país. (“La corrupción es una cultura”, Peña Nieto dixit)

… ni todo el salinismo unido – “la mafia del poder” – pudo vencerlo. Al final, AMLO se impuso como garante de la esperanza popular.

Garante real, bastaba escucharlo, desafiante, ver su hartazgo que traslucía honestidad. Y el milagro popular se volvió realidad.

A pesar de simpatías por la comprensión de la lógica del desarrollo, aquí no sucedió – ni podía suceder – la eternización de Fidel Castro justificada con la revolución encarnada.

Mucho menos, el caudillismo militar venezolano… o la mala copia fidelista de Daniel Ortega en Nicaragua, el comandante cuya rebeldía admiramos a finales de los setentas… a quien temían y respetaban los presidentes gringos, en la angustia de la guerra fría…

… Daniel ya no es rebelde… hoy está imantado, pegado al poder… por cuarta ocasión consecutiva.

Y no, López Obrador no ocupó la necesaria revolución – rezaba el discurso social – para hacer respetar la voluntad popular.

No se ocupó. Los priístas y panistas que los oligarcas llevaron al poder, resultaron medrosos… su carencia de legitimidad los justificaba.

Ver a esa masa militante – con un necio como líder – desbordado el zócalo capitalino y las calles de las ciudades más grandes del país, los llenó de pánico… fue suficiente. Y la tercera fue la vencida.

Sí, la “revolución de las conciencias” viene de lejos, de la mano de la izquierda setentera, y aún antes… del 68.

Cuando el mundo de los jóvenes se dividía entre indignados entusiastas y, los atraídos por el poder establecido, incluida la violencia del Estado – su patente – y las malas artes que le acompañan.

Avanzar en la reforma social al capitalismo, es parte de la naturaleza de este sistema para su preservación… la escuela norteamericana viene de Franklin D. Roosevelt. La incursión del Estado para hacer frente a las consecuencias depredadoras del “dejar hacer, dejar pasar”… lo sabíamos desde antes.

Lázaro Cárdenas emularía al gringo desde la perspectiva y necesidades del subdesarrollo. Luego, se establecería la dureza neoliberal, caldo de cultivo para la renovada militancia de izquierda, hasta el vómito y la vergüenza por la represión militar diazordacista.

LA APUESTA POR “EL TIGRE”

La ideología de Andrés Manuel se queda en el hombre de Estado que, desde su militancia opositora reconoció la fuerza “del tigre”… lo hizo desde candidato. Desde su militancia orgullosa: “Soy el único mexicano que conoce todos los pueblos de México”.

Se quedó con lo mejor del viejo PRI y “lo posible” del argumento de la izquierda. El viejo partido se lo recriminó… la izquierda se quedó en la rendija de la puerta.

Por eso siguió hablando de: “Popular”, ese concepto que rechazaron los grandes teóricos de la izquierda por meter en una misma vasija los intereses de todas las clases sociales…

… misma vasija que, a la larga, es conveniente para la derecha.

Pero el “tigre”, enjaulado y todo, conoció las bondades del presupuesto… hasta ahora, nada más. Y por lo pronto, su mayor participación se queda en el discurso.

Hay calma, de nuevo.

Las cosas podrían seguir esta misma dinámica. Aunque el segundo piso todavía no se ve cómo. Los grandes intereses empresariales, esos que hicieron retroceder al cardenismo al inicio  de los cuarentas, hoy son más fuertes y en eso confían.

A nadie le importan las declaraciones del expresidente Ernesto Zedillo. El oscuro traidor del salinismo que vive la soledad política… carente de afectos, no sirve ni para enturbiar el agua… son una ociosidad sus conferencias. Le faltan argumentos que sirvan al amo que defiende. Sus  improperios dan pena ajena.

Mientras, AMLO está vigente y, al margen de sus proyectos de escritor, podría seguir estando (pongan los “sic” que gusten)

Hablando en claro, ya en el retiro… “No quiero que vaya a verme un grupo (de diez o veinte) a platicar de lo que les sucede; (es que) si los recibo, al rato van a ir muchos más” (miles no, millones de personas)

Es el problema del líder, no hay jubilación que valga.

Pero tiene razón, es la democracia, en este experimento de su creación con la que contribuyó con el sistema… cierto, dispersó la parte del presupuesto que antes se llevaban los oligarcas… y sus cómplices políticos.

… pero que insistirán en su regreso. Y AMLO no se jubila. Lo saben y le odian… el rencor ambicioso, del que tanto advierte en su “”Príncipe” el florentino. Y bien lo sabía Maquiavelo.

Hasta pronto

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