22 September, 2024
“En EEUU la riqueza ha reemplazado nuestro sistema de valores, es horrible y retorcido”
Arte y Cultura

“En EEUU la riqueza ha reemplazado nuestro sistema de valores, es horrible y retorcido”

Sep 21, 2024

Pablo R. Roces

Emma Cline se adentra en la exclusiva comunidad de los Hamptons en su tercera novela, ‘La invitada’

Es fácil caer engatusado ante la natural y expansiva simpatía de Emma Cline (Estados Unidos, 1989), revestida de delicada languidez y rostro angelical. Aguante. Porque, en realidad, ahí, aún un poco más al fondo, ahí, anida un aura de Harley Quinn literaria con un único objetivo: que todo arda, que el caos campe libre hasta solo dejar destrucción.

Y, para quienes aún duden, lo ha dejado plasmado en su tercera novelaLa invitada (Anagrama), ambientada -pese a no hacerse referencia alguna- en la exclusiva comunidad neoyorquina de los Hamptons. Allí veranean Calvin KleinBeyoncé o los Bieber, y hasta allí llega Álex, una veinteañera enrollada con un empresario que la dobla en edad, a pasar una semana estival. A partir de ahí, lo que presuponen: «Me encanta la idea de que alguien que toma malas decisiones cree tanto caos y descontrol en un mundo tan asfixiante como ese», apunta la autora californiana que empezó esta historia en su primera experiencia en Nueva York a los 20 años, antes incluso de que, en 2016, Las chicas la alzara como una de las joyas de futuro de la literatura estadounidense. «He cambiado mucho, pero aún me queda de cuando me mudé allí esa sensación de que es un lugar al que la gente va a empezar de nuevo sin un pasado».

¿Y por qué en una comunidad vacacional de ricos?

Porque la obsesión con la riqueza es un valor dominante en la vida estadounidense, ocupa mucha energía y atención nacional. La primera vez que fui a los Hamptons me sorprendió lo concentrada que estaba la riqueza allí y las reglas tan específicas que tienen los súper ricos. Puedes estacionar tu coche en la playa, pero solo si vives allí y tienes un cartel en tu coche que lo acredite. Ahí descubrí que ese mundo está ordenado para alejar a forasteros y me gustaba la idea de poner allí a una forastera que no debería estar.

Creo que la atención sobre los ricos no es exclusiva ya de Estados Unidos, ha permeado al mundo. Pero aquí se habla mucho de esto porque no somos un país religioso, entonces en lugar de Dios tenemos la riqueza. Y además, la riqueza ha reemplazado a nuestro sistema de valores. Es horrible y retorcido.

¿Ha notado un incremento del debate sobre esa posición de los multimillonarios?

No sabría decirlo realmente, pero a veces pienso que sí que le prestamos mucha más atención. Luego recuerdo El gran Gatsby o a Edith Wharton y veo que la riqueza siempre ha sido atractiva porque en ella ves los deseos de la gente en su nivel más extremo.

El sueño americano, la gran aspiración social.

La gente siempre quiere ser más rica y acumular más poder, aunque esa es la receta para la insatisfacción y la infelicidad absolutas. Pero es que ese es nuestro sistema de valores.

¿Cuánta similitud hay en esa comunidad y la familia Manson que retrató en Las chicas? 

Hay menos asesinatos en los Hamptons, creo, y son bastante diferentes, pero podríamos decir que ambas son sociedades cerradas con sus propias reglas. Lo que me interesa como escritora es averiguar cuáles son esas reglas. La primera vez que fui a los Hamptons, que no me gustan mucho y tal vez se note, me sorprendió lo rígidas que eran y me agobió estar en ese lugar.

“Beber y tomar sustancias es una forma de no lidiar con la realidad, no lo juzgo porque estar ahora vivo es muy doloroso”

¿Por qué colocar ahí a una chica presa de la soledad en ese caso?

Es que simplemente esa es la condición humana, estar solos es nuestro estado vital, aunque haya momentos de conexión con otras personas. Creo que lo que importa en la vida son los momentos en los que la soledad se supera, pero también tengo un lado cínico que piensa que estar en comunidad son solo momentos y que todos vivimos atrapados en nosotros mismos. Lo que quiero decir es que en esta sociedad nos hemos vuelto tan atomizados y tan individuales, al menos en Estados Unidos… Porque, en mi mente, las cosas siempre son mucho mejores en Europa. En nuestro país la confianza comunitaria y los vínculos sociales naturales han desaparecido por completo. No me sorprende que todo el mundo esté tan enfermo mentalmente.

¿Por eso ha incluido como punto central en su protagonista el consumo de pastillas y ansiolíticos?

Es muy complejo, porque las pastillas y los ansiolíticos se han convertido en una forma de hacer que la realidad sea tolerable, sin ellos no lo sería. Citando al psicoanalista Adam Phillips, cada persona tiene que decidir por sí misma cuánta realidad puede soportar. Y muchas veces la respuesta es que ya no se puede soportar. Beber y tomar sustancias es una forma muy efectiva de no lidiar con la realidad, no puedo juzgarla porque creo que ahora mismo no hay una respuesta correcta a esa pregunta. Estar vivo y consciente es muy doloroso. 

¿Esa gente siente que se les ha dejado abandonados?

Todo ahora es muy intenso, me alegro de no haber crecido con smartphones y redes sociales. Porque el mundo en el que nací era muy triste y aún hay cosas que lo han empeorado mucho.

¿Por las redes y los smartphones? 

No estoy muy bien informada y no entiendo las tendencias, puedo hablar de mi limitada experiencia, porque no tuve un smartphone hasta 2020, hasta el Covid. Y solo pensar cómo cambió mi experiencia con el tiempo, conmigo misma y con el resto, experimentar el mundo de esa manera, me pone triste. Vuelvo a la pregunta sobre la realidad y el teléfono es una excelente forma de no estar en ella. Entiendo lo atractivo, pero es muy triste ver a todos caminando o cenando en un restaurante solo mirando el móvil.

¿Estamos recuperando además con esas redes los marcados estereotipos de belleza de los primeros 2000?Creo que las redes sociales han empeorado mucho la capacidad de cosificarnos porque tienes que pensar todo el tiempo cómo te ven los demás.

“La sociedad parece más feminista ahora, pero ahí tenemos a Trump como una reacción al Me Too”

¿Por qué en esta novela ha usado la seducción femenina para que Álex consiga sus objetivos?

Porque quería un personaje que explotara su juventud, su belleza y su sexualidad en su beneficio. Entiendo que puede ser incómodo con las narrativas sobre el empoderamiento femenino que nos rodean. A todas nos encantaría creer que podemos tener éxito siendo feministas y sin que te cosifiquen, pero mi personaje no cree que eso sea real.

¿Hay una reacción precisamente a esas posturas feministas?

Es difícil decirlo, parece que la sociedad es más feminista ahora, pero ahí tenemos a Donald Trump, que puede pensarlo en algún modo como una reacción al Me Too. Me alegro mucho de no ser política porque el ser humano es muy complicado y tratar de extrapolar algo no es mi tarea.

Las chicas la publicó en 2016, Harvey en 2021 y La invitada en 2024. Hay un proceso creativo largo entre todas ellas ahora que todo va tan rápida. ¿Por qué?

Eso me encanta de las novelas, que no son inmediatas como los tweets. En nuestra sociedad existe el enfoque de que todos debemos responder de inmediato a todo lo que sucede en el mundo, nos mantienen informados minuto a minuto de cada cosa y, sobre todo, debemos tener una opinión y que quede clara. Las novelas son todo lo contrario, tienes años para pensar y construir lentamente, esa es la forma en que quiero trabajar. Mi peor pesadilla sería escribir una columna semanal sobre lo que pasa en el mundo, me siento muy incómoda en ese nivel de respuesta.

Le he leído en alguna entrevista que hay gente que odia a la protagonista de esta novela.

Para mí la ficción siempre ha tratado sobre gente mala y fuera de la norma, de alguien que no toma decisiones morales. Pero se ha producido un cambio en que la gente quiere que nuestro arte, nuestras películas, nuestros libros y nuestras series muestren a gente de moral impecable. Nunca me he identificado con eso, valoro el arte precisamente porque nos permite tener mundos que no son morales y no están sujetos a reglas sociales.

¿Qué le interesa de esa gente joven que se encuentra perdida?

No tengo una respuesta intelectual sobre por qué escribo de ese tema porque solo pienso cuando todo está terminado. Algunos escritores simplemente tenemos el tema dentro dando vueltas, es como si no hubiera una elección. Tengo amigos que es al contrario, son plenamente conscientes de que va a guiar su próximo libro, pero a mí es como si me surgiera algo más profundo. No sé sobre qué voy a escribir, es como si pudiera decidir sobre qué sueño cada noche. Últimamente lo hago mucho con pájaros.

¿Escribe sobre sus sueños?

Escribir tiene esa cualidad para mí, como algo misterioso, no sé de dónde viene. Realmente confío en que haya una especie de inteligencia de la que no soy consciente, como un yo subconsciente, con algún tipo de plan.

Pues sobre todo las mujeres parecen identificarse con lo que le sale

Eso siempre me conmueve porque cuando estoy escribiendo nunca me imagino que el libro vaya a publicarse y sería muy agobiante pensar que la gente lo va a leer. Y sí, he recibido muchos mensajes bonitos de mujeres jóvenes.

(El Mundo)

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