La victoria del republicano desborda los temores al otro lado de la frontera, ante la amenaza de cambios drásticos en migración, comercio y combate al narcotráfico.
Se ha cumplido el peor escenario para México, Donald Trump será el próximo presidente de Estados Unidos. El candidato del “muro” y la retórica racista y antimexicana, tendrá un nuevo periodo al frente de la Casa Blanca, después de ganar las elecciones de 2016, perder las de 2020 y obtener su revancha en las votaciones de este año.
La victoria de Trump ante la demócrata Kamala Harris ha encendido de inmediato las alarmas del otro lado de la frontera, ante el temor de un viraje radical en los tres temas clave para la relación bilateral: la migración, el comercio y el combate al narcotráfico. “México siempre sale adelante”, afirmó Claudia Sheinbaum en La Mañanera de este miércoles. “No hay ningún motivo de preocupación”, zanjó.
“Estamos siendo invadidos por México”, afirmó Trump en un mitin en Carolina del Norte el pasado fin de semana. Sin mencionarla por su nombre, el magnate republicano dijo que aún no ha tenido contacto con la presidenta mexicana, pero amagó con una nueva guerra arancelaria si el Gobierno mexicano no se comprometía a contener el flujo de drogas y migrantes por la frontera de más de 3.000 kilómetros que comparten ambos países:
“Le voy a informar desde el día uno o incluso antes, que si ellos no frenan esta embestida de criminales y drogas que ingresan a nuestro país, de inmediato impondré un arancel del 25% sobre todo lo que envían a Estados Unidos”, aseguró ante el alarido de sus seguidores. No hay ningún país más perjudicado por el regreso del magnate que México, de acuerdo con el diagnóstico de la revista The Economist, que ve el comercio como el terreno más vulnerable, al ser el principal socio comercial de Estados Unidos. “Vamos a arreglar todo lo que está mal”, dijo el expresidente en su discurso de celebración.
Trump ha lanzado mensajes similares durante los últimos meses, que se han vuelto más explícitos al calor de la campaña. Durante su presidencia, el republicano condicionó la aprobación del nuevo tratado de libre comercio (TMEC) a que México frenara de tajo la migración, bajo la amenaza de imponer aranceles en 2019. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador logró un acuerdo in extremis, a cambio de ceder y adoptar una política migratoria más estricta, con un mayor despliegue militar en su frontera con Guatemala.
Analistas consultados por EL PAÍS afirman que las amenazas son una posibilidad real y que el Trump que dejó la presidencia hace cuatro años no es el mismo que el que regresa a la oficina oval. “Viene recargado, o como dijo Steve Bannon [su antiguo estratega], en modo de guerra”, asevera el internacionalista Mauricio Meschoulam.
“Va a haber una buena relación”, afirmó Sheinbaum, antes y después de la jornada electoral, para esquivar las amenazas del republicano. La mandataria adelantó esta semana que no iba a pronunciarse sobre las elecciones estadounidenses hasta que concluyera el proceso, tal como hizo en 2020 López Obrador, su predecesor. La presidenta dijo que cuando el triunfo sea oficial va a tener una llamada telefónica con Trump.
Por lo pronto, pidió calma a los mercados y a quienes ven la llegada del republicano con temor. “No competimos entre nosotros, nos complementamos”, aseguró, para apagar los temores en el terreno comercial. “Hay mucha unidad y mucha fortaleza de la economía mexicana”, agregó.
“Va a haber diálogo”, dijo Sheinbaum sobre los temas en los que no hay coincidencias, como Seguridad y Migración. La presidenta destacó la reducción del 75% del flujo migratorio en los últimos meses e insistió en que hay canales de comunicación para la colaboración y coordinación entre ambos Gobiernos. “Coordinación sin subordinación”. Ese ha sido el mantra del Gobierno de Sheinbaum ante la llegada del nuevo presidente.
México se enfrenta a cuatro años de presiones permanentes en la agenda de Seguridad y la guerra contra las drogas, y amenazas recurrentes ―como redadas y deportaciones masivas― contra su población migrante sin papeles, algo más de cinco millones de personas, según el Migration Policy Institute.
Uno de los aspectos más preocupantes, sin embargo, es la combinación de agendas, que suelen manejarse en carriles separados por su complejidad. El último amago de una guerra arancelaria es un ejemplo nítido: si México no frena a los migrantes y las drogas, pagará el precio en la relación comercial.
“Esa es su estrategia de negociación: endurecer a tal nivel la posición hasta obligar a su contraparte a ceder y hacer lo que él quiera”, zanja Jorge Schiavon, académico de la Universidad Iberoamericana. “México es un país independiente y soberano”, insistió la mandataria tras conocer los resultados.
Trump tomará posesión el próximo enero, pero los primeros efectos serán visibles antes. Los impactos en el tipo de cambio serán uno de los termómetros inmediatos, así como el clima de desconfianza de los inversores y el pesimismo de los analistas. Tras cuatro años de una compleja relación con la Administración de Joe Biden, México se enfrenta a cuatro años más de Trump.
(EL PAÍS)