Historia del boxeo: Cuando Muhammad Ali dio lástima…
Por Simón Piña
Muhammad es, probablemente, el mayor ídolo y el peleador más mediático que ha dado el boxeo. Ninguno como él para montar un show en cualquier sitio. Para cautivar a un auditorio con su locuacidad y simpatía. Logró un respaldo mundial en su lucha contra el racismo y las guerras. Además en el ring, innovó el tradicional estilo lento y tosco de los pesos completos para introducir el desplazamiento de piernas, el estilo de pegar retrocediendo, esquivar con las manos en la cintura, en fin…..Alí cambió el boxeo.
Pero todos los ídolos y los grandes campeones, aunque sea alguna vez, tienen un día triste. Y para Alí, ese día llegó el 2 de octubre del año 1980.
Luego de recuperar por segunda vez la corona de los pesados venciendo por puntos a Leon Spinks en el Superdome de New Orleans el 15 de septiembre del 98, Alí anunció su retiro. Se iba ganando y se retiraba como campeón habiéndose titulado por tercera vez en los pesos completos. ¿Qué más podía pedir?
Ali, siempre testarudo
Pero, si completar una gloriosa carrera es muy difícil, retirarse en plena gloria parece que lo es aún más. Y Alí quiso volver para demostrarle a su antiguo sparring, Larry Holmes, que él seguía siendo el verdadero campeón de los pesos completos. Ya contra Leon Spinks, en sus dos peleas, Alí se había visto decadente. En la segunda, apenas pudo ganar gracias a la poca experiencia de Spinks y a su gran veteranía. Se vio claramente que ese era su último combate en plan ganador.
Holmes, por su parte, estaba en el esplendor de su carrera. Campeón invicto, aún no había cumplido los 31 años, mientras que Alí en dos meses y medio llegaría a 39. Era la 8va defensa del título que había conquistado el 9 de junio del 78 al vencer en una pelea memorable al batallador Ken Norton en el Caesar´s Palace de Las Vegas. Era un Campeón sólido y respetable, sólo que el público era renuente a aceptarlo por ser el sustituto de Muhammad Alí y este era inolvidable e insustituible.
¿Sería, por fin, aceptado Holmes si vencía a su Maestro e ídolo? O sería, todavía, más rechazado?
La pelea
Con todo y los malos presagios, mucho público seguía esperando un milagro del gran Alí. El amor es ciego, dicen. El Todopoderoso Alí retaba al tiempo y lo vencería. Holmes no era más que su sparring y jamás se había enfrentado en peleas oficiales a un Campeón de la talla de Muhammad Alí. Pero desde el mismo primer round, la dura realidad, se fue encargando de poner las cosas en su justo lugar. Holmes estaba eléctrico, tenía una chispa ganadora, una capacidad de reacción al 100% y un estado de alerta digno de un leopardo. Alí en cambio, parecía tener 90 años, no tenía agudeza en su mirada, se movía en cámara lenta, apenas atinaba a taparse con los guantes recostado de las cuerdas. Cuando amagaba con lanzar un golpe, ya Holmes tenía rato en otro sitio. Esto estaba muy feo.
El árbitro Richard Green estaba advertido de la situación y a medida que pasaban los asaltos, más crecía en su mente la idea de acabar con aquel desastre. Holmes parecía tenerlo a toque para el Ko, pero se detenía. Muchos pensamientos acudían a su mente. Aquel hombre sangrante, agotado y vencido era su ídolo, el que lo enseñó tantas cosas cuando fue su sparring, con el que gozó triunfos y sufrió derrotas. No podía ajusticiarlo malamente dándole el golpe de gracia y malográndolo. En los rounds 8 y 9, Holmes parecía suplicarle a Richard Green que detuviera la masacre y evitara una tragedia.
El Final
Finalmente la esquina de Alí lo dejó sentado en su banco antes de sonar la campana para el round 11. Se acabó el sufrimiento. Holmes retuvo su título mundial por octava vez y se consolidaba como el número uno del mundo. Lo retendría 4 años y medio más. Alí, que parecía retirado, todavía peleó una más, perdiendo otra vez, ante el jamaiquino-canadiense Trevor Berbick en Nassau, Bahamas.
45 años después, recordamos la noche triste de Muhammad Alí.
(Sólo Boxeo)