Con un contundente 80% de los votos, Jorge Romero Herrera se erige como el nuevo líder nacional del Partido Acción Nacional (PAN), un triunfo que refleja no solo su fuerte respaldo dentro del partido, sino también las profundas divisiones internas que marcaron el proceso electoral. Sin embargo, la participación de los militantes en esta contienda fue notablemente baja, apenas superando el 45%, lo que ha generado cuestionamientos sobre la legitimidad del proceso.
Romero, quien hasta antes de que se anunciaran los resultados oficiales ya celebraba su victoria junto a su equipo, se impuso con claridad sobre su contrincante, Adriana Dávila, quien obtuvo el 20% de los votos. La jornada, que se desarrolló sin incidentes mayores, estuvo marcada por una participación menor a la esperada, a pesar de que el PAN es uno de los pocos partidos que organiza sus elecciones internas de manera democrática.
Aunque los resultados reflejan una victoria abrumadora para Romero, la baja participación —estimada en menos de la mitad del padrón de 277,665 militantes— plantea una serie de interrogantes sobre el estado actual del partido. Ana Teresa Aranda, presidenta de la Comisión Nacional Organizadora del proceso (CONECEN), justificó la baja participación señalando la violencia que afecta diversas regiones del país como uno de los factores que influyó en la escasa concurrencia a las urnas.
Por otro lado, Dávila, quien desde el inicio del proceso se mostró crítica del aparato interno del PAN, insistió en que las irregularidades que se habían denunciado —como el uso de “padroneros” para controlar las afiliaciones y el apoyo explícito de figuras del partido a Romero— empañan la legitimidad de la elección. A pesar de ello, la exdiputada reconoció el resultado y pidió una reflexión profunda sobre el futuro del PAN, un partido que, según ella, necesita “recuperar la democracia y transparencia” para volver a ser una verdadera opción de gobierno para México.
Con su victoria en mano, Romero no perdió tiempo en apuntar hacia sus principales objetivos como nuevo líder del partido. En su discurso, hizo hincapié en la necesidad de “reconstruir” al PAN para hacerlo más inclusivo y abierto a nuevos militantes, con la mira puesta en las elecciones federales de 2027. “Este partido tiene que ser la opción de gobierno que México necesita”, afirmó, asegurando que uno de sus primeros actos como dirigente será convocar a una Asamblea Nacional para modificar los estatutos y permitir una mayor participación de la ciudadanía.
Además, se comprometió a recuperar los gobiernos que el PAN ha perdido en los últimos años, comenzando con las elecciones locales y federales de 2027. “Vamos a retener lo que hoy gobernamos y recuperar lo que hemos perdido. Los números artificiales de la 4T no se los vamos a permitir”, subrayó con firmeza.
A pesar de la victoria clara de Romero, el panorama dentro del PAN sigue siendo incierto. La crítica de Dávila sobre la forma en que se lleva a cabo el proceso interno y su llamado a “recuperar la democracia” reflejan una polarización creciente dentro del partido. No obstante, Romero hizo un llamado a la unidad y extendió su mano a Dávila para que se sume a su equipo y ayude a reconstruir al PAN, algo que podría ser clave para lograr cohesionar al partido frente a los desafíos electorales del futuro.
El reto para Romero y su equipo será lograr superar las divisiones internas y reactivar el entusiasmo de los militantes que parecen haber perdido la confianza en la dirigencia del partido. Con la mirada puesta en 2027, el nuevo dirigente del PAN enfrenta la difícil tarea de consolidar un proyecto político que logre conectar con una ciudadanía cada vez más escéptica de las opciones tradicionales.